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Frecuencia cardiaca cuando corremos: cómo afecta el rendimiento
La frecuencia cardiaca cuando corremos es un indicador clave del esfuerzo físico y el nivel de intensidad del entrenamiento. Al correr, el cuerpo experimenta cambios fisiológicos que afectan la circulación sanguínea y la demanda de oxígeno. Controlar el ritmo cardíaco permite optimizar el rendimiento y prevenir la fatiga prematura.
A lo largo de este artículo, analizaremos qué ocurre con la frecuencia cardiaca cuando corremos, cómo se relaciona con la capacidad aeróbica y anaeróbica, y qué estrategias pueden ayudar a mejorar la eficiencia del corazón durante la actividad física.

¿Qué ocurre con la frecuencia cardiaca cuando corremos?
El ritmo cardíaco es un reflejo directo del esfuerzo que realiza el cuerpo durante la actividad física. Cuando una persona comienza a correr, el sistema cardiovascular responde rápidamente para satisfacer la mayor demanda de oxígeno de los músculos. Esta adaptación es clave para mantener un rendimiento óptimo y evitar el agotamiento prematuro.
A medida que la intensidad del ejercicio aumenta, el corazón acelera su ritmo para bombear sangre con más eficiencia y garantizar el transporte de oxígeno y nutrientes a las células musculares. Esta respuesta fisiológica se produce en varias etapas y varía según la condición física de cada corredor.
Los principales cambios que experimenta el organismo incluyen:
El ritmo cardíaco aumenta a medida que el cuerpo requiere más oxígeno para los músculos. Durante la carrera, el corazón se adapta para bombear sangre de manera más eficiente y suministrar los nutrientes necesarios para mantener la energía.
Los principales cambios que experimenta el organismo incluyen:
- Aceleración progresiva del pulso: Cuando se inicia la carrera, el sistema nervioso simpático estimula el corazón para aumentar la frecuencia cardiaca. Esto permite que la sangre llegue más rápido a los músculos activos y suministre la energía necesaria para sostener el esfuerzo.
- Aumento del gasto cardíaco: No solo se incrementa el número de latidos por minuto, sino también la cantidad de sangre bombeada en cada pulsación. Un corazón entrenado logra expulsar más sangre por latido, lo que permite que los corredores experimentados mantengan un esfuerzo prolongado con menor desgaste energético.
- Mayor oxigenación muscular: La sangre transporta oxígeno a través de la hemoglobina y lo entrega a los músculos en acción. Un atleta bien entrenado desarrolla una mayor eficiencia en el transporte de oxígeno, lo que le permite mantener un ritmo estable sin que su frecuencia cardiaca se eleve excesivamente.
- Regulación del ritmo cardíaca tras el esfuerzo: Luego de detener la carrera, el sistema parasimpático actúa para reducir la frecuencia cardiaca y devolver el cuerpo a un estado de reposo. Una recuperación rápida después del ejercicio es un indicador de un buen nivel de entrenamiento cardiovascular y resistencia aeróbica.
Factores que influyen en la frecuencia cardiaca al correr
La respuesta del corazón ante el ejercicio varía de una persona a otra y depende de múltiples elementos fisiológicos y ambientales. La adaptación del sistema cardiovascular es clave para mejorar el rendimiento y evitar el sobreesfuerzo. A continuación, se detallan los principales aspectos que inciden en la frecuencia cardiaca durante la carrera.
El ritmo cardíaco varía en cada persona según diversos factores. Algunos de los más importantes son:
1. Nivel de entrenamiento
Los corredores con mayor experiencia presentan una respuesta más eficiente del sistema cardiovascular. Un corazón bien entrenado bombea sangre con mayor eficacia, permitiendo que la frecuencia cardiaca se mantenga más baja en esfuerzos moderados. Con el tiempo, los atletas desarrollan una mayor capacidad para mantener ritmos exigentes sin elevar excesivamente sus pulsaciones. Además, la recuperación después del ejercicio se vuelve más rápida, lo que reduce la fatiga y mejora la resistencia.
Los corredores experimentados suelen tener un pulso más bajo en reposo y una mayor eficiencia en la recuperación. Un entrenamiento constante mejora la resistencia cardiovascular y reduce la fatiga.
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2. Intensidad del ejercicio
El ritmo al que se corre influye directamente en la cantidad de latidos por minuto. Un trote ligero genera un incremento moderado en la frecuencia cardiaca, mientras que entrenamientos de alta intensidad, como los sprints o las series de velocidad, pueden elevar el pulso hasta niveles cercanos al máximo. La variabilidad de la frecuencia cardiaca en función del esfuerzo indica el nivel de adaptación del organismo y su capacidad para responder a cambios en la intensidad del ejercicio.
Correr a diferentes velocidades genera variaciones en la frecuencia cardiaca. Un trote ligero mantiene un ritmo estable, mientras que los intervalos de alta intensidad elevan los latidos por minuto rápidamente.
3. Edad y condición física
A medida que pasa el tiempo, la frecuencia cardiaca máxima tiende a disminuir. Sin embargo, la capacidad aeróbica puede mantenerse en niveles óptimos con un entrenamiento adecuado.
La condición física también juega un papel importante, ya que quienes tienen un mayor nivel de acondicionamiento pueden sostener un esfuerzo prolongado sin que su ritmo cardíaco se dispare. Mantener un buen estado físico permite que el corazón trabaje de manera eficiente y soporte cargas de entrenamiento progresivas sin generar un desgaste excesivo.
A medida que envejecemos, la capacidad máxima del corazón para latir disminuye. Sin embargo, el entrenamiento adecuado ayuda a mejorar la resistencia y la eficiencia del sistema cardiovascular.

4. Temperatura y altitud
Las condiciones climáticas y la altura afectan el ritmo cardíaco durante la carrera. En temperaturas elevadas, el cuerpo necesita trabajar más para regular su temperatura, lo que genera un aumento en la frecuencia cardiaca. Por otro lado, correr en altitud implica un menor nivel de oxígeno en el aire, lo que obliga al sistema cardiovascular a compensar esta deficiencia con un mayor número de latidos por minuto. Adaptarse a estos factores requiere tiempo y una planificación adecuada para evitar el agotamiento prematuro.
El calor y la altura afectan el ritmo cardíaco, ya que el cuerpo necesita más esfuerzo para regular la temperatura y adaptarse a la menor disponibilidad de oxígeno en altitudes elevadas.
Zonas de frecuencia cardiaca y su importancia en el entrenamiento
Controlar el ritmo cardíaco permite optimizar el desempeño y evitar el sobreesfuerzo. Existen diferentes zonas de intensidad en función del porcentaje de la frecuencia cardiaca máxima (FCM):
- Zona 1 (50-60% de la FCM): Recuperación activa, ideal para calentamiento y enfriamiento.
- Zona 2 (60-70% de la FCM): Ritmo aeróbico ligero, favorece la quema de grasa y mejora la resistencia.
- Zona 3 (70-80% de la FCM): Ritmo moderado, ideal para mejorar la capacidad aeróbica.
- Zona 4 (80-90% de la FCM): Intensidad alta, potencia el umbral anaeróbico y mejora la velocidad.
- Zona 5 (90-100% de la FCM): Máximo esfuerzo, utilizado en entrenamientos de alta intensidad o sprints.
¿Cómo mejorar la frecuencia cardiaca al correr?
Optimizar la respuesta del corazón durante la carrera es fundamental para mejorar el rendimiento y evitar un desgaste excesivo. A través de estrategias de entrenamiento adecuadas, es posible aumentar la eficiencia cardiovascular y lograr un mejor desempeño en entrenamientos y competencias.
Optimizar el funcionamiento del corazón durante la carrera es clave para mejorar el rendimiento y la resistencia. Algunas estrategias efectivas incluyen:
1. Entrenamiento por intervalos
Alternar períodos de alta y baja intensidad mejora la capacidad del sistema cardiovascular para adaptarse a cambios en el esfuerzo. Los entrenamientos de intervalos, como los sprints combinados con trote ligero, ayudan a fortalecer el corazón y permiten que la frecuencia cardiaca se estabilice más rápido después de esfuerzos intensos. Este tipo de trabajo también incrementa la resistencia y la tolerancia a ritmos elevados.
Alternar periodos de alta y baja intensidad mejora la eficiencia del sistema cardiovascular y permite acostumbrar al cuerpo a diferentes rangos de esfuerzo.
2. Control de la respiración
Mantener una respiración profunda y controlada durante la carrera favorece la oxigenación de los músculos y reduce la fatiga prematura. Técnicas como la respiración diafragmática permiten un mayor aprovechamiento del oxígeno y ayudan a mantener la frecuencia cardiaca dentro de un rango óptimo. Sincronizar la respiración con la zancada también mejora la estabilidad del ritmo de carrera y la eficiencia del movimiento.
Respirar de manera rítmica y profunda optimiza la oxigenación y ayuda a mantener un ritmo cardíaco estable durante la carrera.
3. Fortalecimiento muscular
El desarrollo de la fuerza en el tren inferior y el core ayuda a mejorar la postura y la estabilidad del corredor, reduciendo la carga de trabajo del corazón. Incorporar ejercicios como sentadillas, estocadas y planchas mejora la biomecánica de la zancada y permite un desplazamiento más eficiente con menor gasto energético. Un cuerpo más fuerte requiere menos esfuerzo cardiovascular para sostener un ritmo constante.
Ejercicios de fuerza para el tren inferior y el core contribuyen a una zancada más eficiente y reducen el esfuerzo del corazón al mejorar la estabilidad del cuerpo.
4. Descanso y recuperación
La adaptación del corazón al ejercicio no solo depende del entrenamiento, sino también de los períodos de descanso. Dormir lo suficiente y permitir que el cuerpo se recupere entre sesiones intensas ayuda a reducir la fatiga acumulada y a mejorar la regulación del ritmo cardíaco. Las sesiones de estiramiento, el trabajo de movilidad y los ejercicios de baja intensidad favorecen la recuperación y preparan el cuerpo para futuros entrenamientos.
Permitir que el cuerpo se recupere después del ejercicio evita la fatiga acumulada y facilita una mejor adaptación del sistema cardiovascular al entrenamiento progresivo.

Importancia de monitorear la frecuencia cardiaca durante la media maratón de Bogotá
Participar en una media maratón exige una preparación estructurada y una gestión adecuada del ritmo cardíaco. La media maratón de Bogotá, debido a su altitud, representa un reto adicional para los corredores. Ajustar la estrategia de carrera según las zonas de frecuencia cardiaca ayuda a optimizar el rendimiento sin agotar las reservas energéticas demasiado pronto.
Los corredores que monitorean su pulso durante la prueba pueden evitar picos de esfuerzo innecesarios y mantener una cadencia estable a lo largo de los 21 kilómetros.
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Comprender qué ocurre con la frecuencia cardiaca cuando corremos es fundamental para mejorar el desempeño y evitar el agotamiento. Controlar el ritmo cardíaco permite correr de manera más eficiente, optimizando el uso del oxígeno y mejorando la resistencia en entrenamientos y competencias.
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